Comenzamos hacia abajo, porque es necesario ser antes de hacer. Nuestra primera responsabilidad es conocer a cristo, profundizando en nuestra relación con Él para vivir «pegados» a Él (Juan 15.5).
Luego seguimos hacia arriba, como una consecuencia natural de nuestra unión con Cristo, llenos de Él comenzamos a dar buen fruto obedeciendo sus mandamientos (Juan 14.15).
Después nos dirigimos hacia el extremo izquierdo, sirviendo a nuestro Señor a través de servir a otros que se encuentran en necesidad (Mateo 25.35-36).
Y terminamos con el extremo derecho, alcanzando a otros con el mensaje del evangelio, enseñándoles lo que nuestro Señor nos ha enseñado e incorporándolos al cuerpo de Cristo (Mateo 28.19-20).
Detrás de los dos ejes se encuentran algunos conceptos en diagonal, conformando una «x». Estos conceptos nos recuerdan que debemos procurar un trabajo de adentro hacia afuera. Primero a un nivel personal, luego familiar, después con nuestra iglesia, con nuestra comunidad de vecinos, y, por último, impactando a nuestra ciudad con el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Es importante decir que este diagrama no pretende representar la totalidad de la vida del discípulo de Cristo. Simplemente resume lo principal, otorgando maneras prácticas para manifestar nuestro amor a Dios y a nuestro prójimo. La tarea de nuestra iglesia es implementar estrategias y abrir los espacios necesarios para que cada discípulo de Cristo crezca en estas cuatro direcciones.